El himno de la liberación. Primera parte
La historia del primer encuentro del Explorador Loom con el pueblo libre, los Ravens. Escrita por un empleado de los Archivos según sus propias palabras.
La primera aparición de los Ravens en Wasteland resonó con un eco atronador durante mucho tiempo. Si quieres vivir largamente en un mundo de guerra eterna, solo date a conocer lo más posible. Inspira miedo. Haz que todos recuerden tu nombre.
T, un asentamiento montañoso en el este, ha sido considerado territorio neutral durante muchos años. Incluso los Lunáticos no han ido por allí, solo porque no había nada que quitarle a los mineros y granjeros que intentaban sacar algo del seco suelo salado de la marisma. Los habitantes de la zona nunca han luchado, ni robado o participado en la división permanente del territorio. Simplemente vivieron - hasta el momento en que junto con las canciones de los Ravens, los “himnos de la liberación”, los problemas llegaron a su puerta.
Para el Explorador, la historia de otro masacre local es algo rutinario, casi normal, pero también lloramos a aquellos que se han ido, mientras tratamos de descubrir qué había ocurrido realmente. Me llevaron al asentamiento de T por la noticia de la aparición de un nuevo grupo y la consiguiente tragedia que tendría lugar después. Tras recibir un informe de los exploradores, seguí de inmediato los pasos de los Ravens, pero llegué al lugar demasiado tarde.
Sin entrar en demasiados detalles, ya sabes cómo se ve un asentamiento arrasado por las llamas. También se confirmó el informe más aterrador.
Los Ravens se llevaron a todos los niños con ellos.
Esto había sucedido antes - los asaltantes que no tenían que cargar con humanidad se llevaban a los más jóvenes con ellos, con la intención de convertirlos en una fuerza laboral oprimida mediante el miedo, pero incluso ellos fueron lo suficientemente inteligentes para no matar a todos los adultos. Al menos se llevaron unos pocos con ellos, como esclavos. Esta vez los más ancianos fueron sacrificados por completo. Todo esto llevó a los pensamientos más terribles.
Fue fácil rastrear a los Ravens, ni siquiera intentaron cubrir sus huellas. Sus veloces vehículos, decorados de manera llamativa, atravesaron las carreteras de Wasteland con la misma facilidad que las cuchillas al rojo vivo cortan la suave goma. Los mensajes que fui recibiendo durante el camino, poco a poco me privaron de cualquier esperanza de llegar a lograr aunque solo fuera un final un poco feliz. Los Ravens se involucraron en feroces batallas, robaron a grupos de comerciantes, se llevaron todo lo que quisieron sin pensárselo dos veces. En sus acciones impredecibles se entre veían muchos más cálculos cada día de lo que inicialmente podía parecer. Sí, los Ravens se llevaron fácilmente cosas que no eran suyas, pero no mataron a quienes no les hubieran atacado. Probablemente esto se deba a que lo entendieron - es decir, existe la posibilidad de verse envueltos en una batalla con grupos asociados a grandes facciones, con los que no es razonable entrar en conflicto.
Todos los informantes que me encontré me informaron de que en realidad los Ravens tenían los niños con ellos, obviamente no los suyos. Un asaltante mutilado incluso se quejó de que casi perdió la mano cuando intentó comprar dos adolescentes como un “gesto de buena voluntad”. Probablemente, tal propuesta fue demasiado incluso para los Ravens.
Después de casi dos semanas, de camino, recibí otra aterradora noticia. Los Ravens habían cambiado su ruta y su colorido convoy de batalla se dirigía hacia uno de nuestros asentamientos aliados, la Terminal-45, que todavía se está recuperando del asedio de Gronch del año pasado.
Debería haber llegado allí primero y tratar de pedir ayuda. No podíamos permitir más derramamiento de sangre.
Bueno… En esos momentos, no tenía ni idea de lo que me estaba esperando.
Continuará…