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Crossout es un juego de acción MMO post-apocalíptico en el que puedes ensamblar tus propios vehículos de combate únicos a partir de una gran variedad de piezas intercambiables y luego subirte a ellos para participar en explosivas batallas multijugador tanto por aire como por tierra.

Un milagro navideño

— Campamento, ¿podéis oírme? ¡Hay mucha nieve por aquí! Casi me quedo atrapado.

El hombre del bigote al volante del Armadillo hizo una mueca y se secó la frente con una manopla de punto que le raspaba.

— Estoy yendo para casa. Llegaré tarde al garaje. Pon un poco de agua en la estufa. Estoy deseando tomar algo de té, — el hombre sonrió, — no estoy solo.

En el techo de su vehículo blindado, entre dos cañones “Judge” de 76 mm, había un mullido abeto cubierto de nieve. El Armadillo del superviviente se abrió paso lentamente a través de los montones de nieve. El hombre tras el volante sonreía: hacía calor en la cabina, había suficiente gasolina en el tanque, y la casa estaba muy cerca. Aunque ya le estaba empezando a doler la espalda, el “crujir de la columna vertebral” todavía le ayudaba. Su mente estaba ocupada con pensamientos sobre los misteriosos eventos de Año Nuevo, de los que hablaba el viejo loco cuando estaba alrededor de la fogata. ¿Por qué no participar?

En el destartalado reproductor de música portátil, para el que el superviviente había estado buscando piezas durante varios meses, se escuchaba un suave barítono cantando sobre una nevada. Pero el conductor no quería que esto sucediera en absoluto. En una tormenta de nieve, los enemigos pueden estar más cerca de lo que parecen.

El primer temor se confirmó tras solo 20 minutos: una tarde clara dio paso a una noche nevada. En estas regiones, el clima es muy inestable y con la misma rapidez podría aclararse en cualquier momento. El conductor acababa de pasar la vieja estación del teleférico que conducía a las montañas, lo que significaba que aún quedaban tres horas para llegar a casa. Y con poca visibilidad se convertirían en cinco. El tiempo empeoraba cada vez más, pero el conductor seguía esperando que todo saliera bien.

Y así, el pesado Armadillo, también con un enorme abeto en el techo, empujó la nieve y patinó. El conductor logró dirigirlo hacia un claro, pero el vehículo no fue más allá.

El superviviente golpeó nerviosamente el indicador de combustible con los nudillos. Si los cálculos eran correctos, podía darse el lujo de detenerse un rato para no perderse. Durante ese tiempo, la tormenta puede amainar.

El conductor se pasó la mano por el bigote y empezó a frotarse la sien con ella, cerrando los ojos. La situación lo estaba poniendo nervioso. En un intento de distraerse, empezó a mirar con atención el “muro de nieve”. Los puntos blancos sobre el fondo negro se reemplazaban rápidamente entre sí, y fue como si estuviera en una nave espacial avanzando a gran velocidad entre las estrellas. El superviviente lo había visto por televisión cuando era pequeño.

Pensó en su infancia, recordando su vida antes del Crossout. Lo bueno que era celebrar el Año Nuevo con tus padres. El recuerdo más vivido era el enorme árbol de Navidad en el centro de la ciudad, alrededor del cual se construían toboganes y figuras de hielo. La guirnalda de este árbol de Navidad brillaba en rojo. Y los días en que él y su madre iban allí a jugar, y también había un muro de nieve, estas luces significaban que los toboganes estaban muy cerca.

El superviviente estaba tan inmerso en sus recuerdos que le pareció volver a ver estas luces rojas en la distancia. Allí, tras el parabrisas, en las profundidades del “muro de nieve”. Se frotó los ojos varias veces, pero las luces no desaparecieron. El tiempo se estaba despejando y el conductor intentó mover su vehículo blindado. Pero las ruedas patinaron y el vehículo tuvo que dar un giro brusco, por lo que se quedó en el mismo sitio.

Mientras tanto, las luces se volvían más y más brillantes, lo que significaba que se estaban acercando. Ravagers,  — cruzó su mente como un relámpago. Le quitó a los cañones el bloqueo de seguridad al mismo tiempo que intentaba sacar su vehículo blindado del montón de nieve. Solo se podía ver al enemigo desde el frente, donde apuntaban los cañones de las armas. Los Ravagers definitivamente ya habían visto el punto negro de su vehículo en el campo blanco. El momento de disparar era ahora o nunca.

¡Fuego! Los “Judges” dispararon a la vez, sacudiendo el vehículo y arrojando nieve desde el techo del Armadillo. Los gases de la pólvora pueden dañar el abeto, — pensó el superviviente. Pero luego se detuvo en seco, tratando de rastrear dónde habían impactado los proyectiles. Una de las luces redujo la velocidad y cayó al suelo. Uno menos. Pero había media docena más de puntos rojos. Las siluetas de sus dueños ya eran claramente visibles y las balas repiqueteaban en el blindaje. Los misiles se elevaron hacia el cielo y se dirigieron en dirección al superviviente.

Una andanada de cañones sacudió al Armadillo y le permitió moverse del sitio. Pero ¿a dónde puedes ir si el vehículo está parado en medio de un claro nevado, como si estuviera en la palma de la mano del enemigo? La recarga ya había terminado y dos proyectiles más volaron hacia las luces rojas.

Al mismo tiempo, la cabina fue sacudida por un fuerte golpe. Las luces parpadearon, pero el conductor rápidamente recobró el sentido y empezó a recargar las armas. El disparo del enemigo golpeó el lado izquierdo. El blindaje lo detuvo, pero un par de golpes más definitivamente destruirían el vehículo.

El conductor giró el vehículo blindado con todo su costado hacia el enemigo y agarró la radio.

— ¡Ayuda! ¡SOS! Necesito ayuda urgentemente. Cuadrante H1:Z1, al sur del “Pueblo de montaña”. Estoy siendo atacado por un grupo de Ravagers. No duraré mucho. ¡Repito, SOS!

El vehículo se estremeció de nuevo por otro impacto. Esta vez, no penetró el blindaje. Los cañones ya se habían recargado y el superviviente intentaba apuntar al Ravager que apareció frente a él. ¡Fuego! Unos momentos después, el enemigo perdió sus hovers y cayó en la nieve. Pero otros inmediatamente tomaron su lugar y se dirigieron hacia el Armadillo, dándole un baño de plomo.

— ¡A todo aquel que pueda oírme! Estoy siendo atacado. ¡Necesito ayuda ya! ¿Quién está de servicio hoy? ¿John? Si estás durmiendo otra vez, te abriré la cabeza.

Los misiles enemigos volvieron a impactar contra el vehículo. Las luces se apagaron por completo, lo que significa que la radio tampoco funciona. Los Ravagers ya estaban muy cerca, y el superviviente los vio lanzar otra andanada de misiles. Parece que no será posible sobrevivir a este impacto. Es una pena lo del árbol,  — el conductor sonrió nerviosamente y trató de sacar el vehículo blindado de la línea de fuego. Pero estaba tan dañado que era muy difícil de controlar.

En un instante, todos los misiles se detonaron en el aire, sin alcanzar el objetivo a un par de decenas de metros. Unos segundos más tarde, varios vehículos blindados pasaron por junto al superviviente e inmediatamente abrieron fuego contra los Ravagers. Al parecer, fue una ráfaga precisa de uno de ellos lo que destruyó los misiles y salvó la vida del conductor.

Los salvadores estaban destruyendo hábilmente a los Ravagers. Unos minutos más tarde, el claro estaba cubierto de vehículos destrozados. Los invitados rodearon el Armadillo con los restos humeantes del árbol de Navidad en el techo.

El superviviente se mostró reacio a salir de su vehículo. En el Valle, un supuesto aliado podría convertirse en cualquier momento en un agresor, el cual solo te ayudó para robarte él mismo.

Un hombre corpulento con un respirador negro y un casco de bombero salió de un camión de colores brillantes.

— Ey, ¿hay alguien vivo? ¿Quién necesita ayuda?

El hombre se acercó al Armadillo e intentó abrir la puerta doblada. El superviviente que estaba dentro pensó que no tenía muchas opciones y la sacó él mismo. El salvador no parecía un asaltante, y el conductor se relajó al fin.

— Gracias. Esos misiles definitivamente habrían acabado conmigo. ¡Todo por culpa de esta nieve! Hubiera sido más maniobrable, eso es seguro. Y estos… ¡Me pillaron por sorpresa! — el hombre puso excusas.

— Soy Henry. El bombero Henry. Te golpearon bien. Vamos a junto los Ingenieros. Les llevamos regalos. También podemos llevarte a tí hasta allí.

— ¡Ya me están esperando en el campamento! Es una pena dejar el Armadillo aquí.

Henry examinó el vehículo y sólo ahora se dio cuenta del trozo de madera humeante en el techo.

— ¿Eso es un abeto?

— ¿Qué? ¿Abeto? Bueno, un árbol de Navidad, sí. Me lo llevaba a casa. Ah, y ya no queda nada del abeto. Solo algo de leña. ¡Gracias, pedazos de metal!

Henry frunció el ceño pesadamente.

— No está bien cortar árboles. Debería castigarte, no salvarte.

El superviviente abrió la boca asombrado. Ambos guardaron silencio por un momento. Y luego Henry se rió.

— Está bien, considéralo un milagro navideño. Espero que hayas aprendido la lección. Sube a mi vehículo. Se acabó la tormenta. Es hora de celebrar.


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6 enero 2022
Historias