Ciudad desierta
En el recodo de un río sin nombre, se alzan las ruinas de una pequeña ciudad. Ya nadie recuerda su nombre, pero las cajas de hormigón en ruinas de las casas “muertas” y los almacenes destruidos cuentan una historia simple y triste. La ciudad, desierta tras el desastre, fue saqueada por supervivientes que se mataron sin piedad unos a otros en sus sinuosas calles. Lucharon por el derecho a poseer los pocos tesoros del Viejo Mundo que sobrevivieron. Desde entonces, solo ha quedado un cascarón vacío sin valor que no ha visto un solo alma viviente durante años. Hasta ahora.
El silencio de la ciudad fue lo que atrajo a los Ravagers, que buscaban un lugar apartado donde establecer una base. La absoluta inutilidad de las ruinas para los supervivientes permitió que los monstruos mecánicos pasaran desapercibidos durante mucho tiempo — ya era demasiado tarde cuando el Sindicato descubrió su actividad. Detrás de los puentes derrumbados, entre las ruinas de hormigón de un mundo muerto, cajas negras de dispositivos desconocidos crecían como hongos venenosos, parpadeando siniestramente con luces rojas. Las calles ahora son vigiladas por las miradas depredadoras de las cámaras de vigilancia, listas para desatar en cualquier momento una armada de vehículos de combate contra los intrusos. Hay mucha actividad de naturaleza desconocida en toda la ciudad sin nombre. Y el Sindicato está dispuesto a pagar bien a los valientes que estén dispuestos a detenerla.
Cientos de mercenarios acuden en masa a la llamada de grandes ganancias. Muy pocos logran regresar de una ciudad que se ha convertido en un laberinto mortal, y estos cuentan historias espeluznantes sobre ejércitos enteros de Ravagers y enormes vehículos de combate nunca antes vistos. Sin embargo, el Sindicato paga generosamente, y siempre hay nuevos supervivientes que están dispuestos a arriesgar sus cabezas para reponer sus bolsillos y evitar que los Ravager logren su desconocido objetivo. Al menos por algún tiempo.