El despertar del Neon Dragon. Primera parte
Ivy XO pasó su mano por los arañazos del capó del “Arrow”. Empezó a hurgar en el viejo coche de nuevo, como si anticipara que algo iba mal. La ingeniera encendió el ascensor, y el vehículo empezó a subir lentamente.
— Revisa el árbol de levas, el tensor de la cadena y las juntas de aceite del cigüeñal. Reemplázalos si es necesario. Tiene que estar hecho mañana, — ordenó Ivy. — Y no te olvides de probar los frenos, no necesito sorpresas en las curvas.
Se oyó un chasquido procedente de la radio que llevaba en el bolsillo.
— Mamá gallina, aquí el nido, responda. Adelante.
— Eres una mamá gallina, Foxy, — Ivy logró reprimir una sonrisa. — ¿Qué pasa?
— Parece que tenemos invitados. Hay diez vehículos. No puedo identificarlos. Se ven un poco… — Foxy vaciló un momento. — extraños…
— Extraños, eh, — Ivy miró de manera fugaz al vehículo elevado y frunció el ceño. — Pon a los puestos de guardia en alerta máxima. Mantenlos en la mira, pero no abras fuego sin una orden.
Ivy salió del hangar. Una veintena de ingenieros ya se habían reunido frente a las puertas. Se dispersaron por las diferentes zonas de cobertura y prepararon sus armas, observando al convoy que se acercaba.
El rugido de los vehículos blindados que se acercaban ahogó todo a su alrededor. Por un momento pareció que no iban a reducir la velocidad en lo más mínimo y volarían derechos hacia las puertas del hangar. Pero en el último momento los vehículos se detuvieron a unos metros de la entrada. Los motores se apagaron. Un hombre alto salió del vehículo principal.
— ¡Santa transmisión, el volante está en el lado derecho! — exclamó uno de los ingenieros.
— Sí, el volante. ¡Pero mira sus ruedas! — respondió otro. — Hermano, si has venido a que te las alineemos, ¡me temo que es demasiado tarde para tu vehículo!
El cómico fue respaldado por las fuertes carcajadas de quienes lo rodeaban. El extraño se detuvo con sus piernas bien separadas y miró con calma a los ingenieros que se reían.
— Yo vine a hablar con Mentor, — dijo con una voz inesperadamente alta.
Las risas se detuvieron instantáneamente.
— ¿Con quién? — se escucharon los chasquidos de los obturadores de las armas.
— Esta es base de Ingenieros. Yo vine a hablar con Mentor, — repitió el extraño tranquilamente. ¿Dónde está él?
La pregunta quedó ahogada en un tenso silencio.
— Calmaos chicos, — Ivy dio un paso adelante y se paró frente al extraño. — Sí, somos los Ingenieros y esta es nuestra base, pero el Mentor ya hace mucho tiempo que no está con nosotros. Soy su hija, Ivy XO. Ahora dime quién eres y por qué lo estás buscando.
El intruso le dirigió a Ivy una mirada condescendiente.
— Una hija, entonces. Mi nombre es Skyblade. Nosotros somos el Sindicato. Nosotros hemos estado ayudando al Mentor durante mucho tiempo, ahora tú debes ayudarnos a encontrar núcleo Ravager. Nosotros sabemos que su hombre lo vio. Tú das a nosotros coordenadas — nosotros destruimos este mal.
— Los Ravagers han traído mucho dolor al Valle, — Ivy entrecerró los ojos con incredulidad. — Pero ahora hemos puesto su tecnología a nuestro servicio.
Skyblade se rio entre dientes.
— El tonto está acariciando a tigre y cree que ha domesticado a bestia. Pronto se lo comerán. Tú no pareces tonta, hija del Mentor.
Tras la máscara de Ivy, los nódulos jugaban mientras su mirada estaba fija en el extraño. Pasaron varios segundos largos y resonantes. Y luego se llevó la radio a los labios.
— Foxy, sal de tu “nido”. Tenemos que hablar.